REALISMO
Explicamos qué es el realismo, cómo es su contexto histórico y sus características.
¿Qué es el realismo?
Por realismo se entiende una tendencia estética y artísticas, fundamentalmente literaria, pictórica y escultórica, que aspira a la semejanza o la correlación lo más exacta posible entre las formas de arte y representación, y la realidad misma que las inspira. Es decir, una tendencia que valora el parecido de una obra de arte para con el mundo real que representa.
Por realismo se entiende una tendencia estética y artísticas, fundamentalmente literaria, pictórica y escultórica, que aspira a la semejanza o la correlación lo más exacta posible entre las formas de arte y representación, y la realidad misma que las inspira. Es decir, una tendencia que valora el parecido de una obra de arte para con el mundo real que representa.
Esta doctrina estética surgió formalmente en Francia en el siglo XIX, bajo la influencia del racionalismo y la tradición de la Ilustración francesa, que privilegiaba el intelecto humano y el conocimiento de la realidad por encima de las emociones y el mundo subjetivo.
Sin embargo, pueden hallarse consideraciones realistas en las formas artísticas de casi todas las épocas, desde la prehistoria. Y en líneas generales, el realismo suele oponerse a otras formas de arte como el abstraccionismo, el neoclasicismo, el idealismo o, en el caso específico de la literatura, a las formas subjetivas del romanticismo.
A groso modo, el arte realista se reconoce, sea cual sea su disciplina, porque procura representar la realidad de la manera más verosímil posible, prefiriendo las situaciones cotidianas y descartando lo heroico, a favor de temas más apegados a lo mundano, a lo común. En muchos sentidos se lo ha pensado como una forma de comprender y criticar las sociedades contemporáneas al artista, lo cual requiere entre otras cosas de objetividad.
El arte realista propone una mirada centrada en el ser humano y en su existencia cotidiana, dándole la espalda a los temas mitológicos, religiosos, fantásticos y oníricos, prefiriendo en cambio la denuncia social y política. Esto condujo a técnicas pictóricas que aspiraban a la objetividad: la reproducción casi fotográfica de lo observado, o las largas y minuciosas descripciones literarias que procuraban agotar lo observable a través de palabras.
Los personajes y las escenas predilectas del realismo fueron siempre las más mundanas, protagonizadas generalmente por el pueblo llano, cuando no por las clases desposeídas, que eran representadas en su mayor fidelidad, asumiendo el arte como un vehículo para captar la vida real de los de abajo: el campesinado, las nacientes clases obreras, etc.
Mucho de lo que realismo fue en pintura, sirvió para el surgimiento posterior del impresionismo, y sus principios fueron llevados aún más allá por el naturalismo venidero, en sus numerosas acepciones y vertientes.
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